por Mauricio Gnecco

Sin educación energética no es posible una sociedad que brinde a sus ciudadanos formas de bienestar equitativas y perdurables

La enorme mayoría de la población al hablar desprevenidamente utiliza las palabras luz, electricidad y energía como si fueran mismo.

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Esto demuestra la poquísima de educación energética que en teoría debería servir, como sirve la educación higiénica con el lavado de dientes para evitar, caries, gingivitis, pérdida de piezas dentales y mal aliento. No es solo cuestión semántica, estas tres palabras tienen significados tan distintos que de interpretarse consecuentemente implicarían conductas personales y colectivas muy diferentes a las dominantes en la población en general y que conducen al despeñadero ambiental llamado calentamiento global, sin saber muy bien porque se calienta.
Conductas sociales e individuales dominadas por actos inconscientes disfrazados (como siempre) por la continua queja debida al alto costo que cobran las empresas por luz, electricidad o energía.

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